MÍA
Te hice mía aquella noche de otoño allá en Gran Bretaña..., en los pastos grandes, bajo la lun
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Justo como aullarle a la luna. |
Arrabaleros eran, como cual rudo bravucón de barrio; corrían sin cesar mientras el viento les llamaba, y aullaban a su gran Diosa la Luna..., mientras que yo, yo aullaba a mi propia Luna, a mi propia Diosa. Mientras recorría su cuerpo como todos esos lobos a los árboles.
O el deslizarme por sus caderas como un niño bajando de una colina mientras jugueteaba..., o el besarla como de manera similar que los lobos a sus presas.
Y era mía allí, con la luna como testigo, y el centenar de lobos aullando en regocijo...
Sólo..., mía.
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