SOBRE LA LIBERTAD Y CÓMO
NOS VENDEN GATO POR LIEBRE PORQUE NO SABEMOS LO QUE ESTAMOS HACIENDO
Como
humanos, seres de realidad, nos vemos llenos de pesadez por el ritmo de vida
que nos agobia, tanto, que necesitamos escapar y sumergirnos dentro de un
surrealismo absurdo que nos ayude a sobrellevar el porvenir que cierne sobre
nosotros (el día a día por el resto de nuestras vidas). Dicho surrealismo está
basado en nuestra imaginación e incluso invenciones inteligentes que se han
desarrollado a lo largo de la historia.
¡Libertad o nada! |
Al
estar embelesados por dicha (y alegremente sin negarlo, necesaria) tecnología,
caemos en un abismo de marketing vacío
y belleza pomposa como si de un abstracto arte kirsch se tratase, sólo que, por
supuesto, sin un trasfondo.
Ello
deriva, como es más razonable pensar, en la transformación de nuestros valores:
la ética, la moral, y de por supuesto, nuestra libertad; esta última tan malograda
en los últimos años.
La libertad
está directamente ligada a la democracia, pero lamentablemente, en materia
actual, ésta difiere con esa forma de gobierno de la Grecia Antigua bajo el
mismo nombre, y mucho más del pequeño atisbo de democracia que existía 40 años
atrás; tiempo en el que, a pesar de estar gobernados por socialistas (una
versión ligera de hoy en día) pisábamos tierra como es debido, y sabíamos, de
alguna forma, tomar decisiones puesto que la tecnología, o las “pantallas” de
aquél entonces no nos dominaban como lo hacen ahora.
No
somos libres, menos ahora que nuestras decisiones se ven controladas por los
aparatos, y no realmente por ellos, sino por los que se nos presentan a través
de dichos artefactos. Ya no podemos decidir a mano firme a quién nos gobierna
y/o representa, (que realmente ese debería ser el verbo y sustantivo,
representante) mucho menos pensar en revocar, porque estamos dormidos.
Estamos
tan dormidos que no nos damos cuenta de que estos “representantes” se han dado
a la tarea de dialogar sobre nuestra libertad, cosa que no es un negocio, sino
un derecho, algo que no se debe exigir, sino que está tácito en la palabra “humano”,
o mejor dicho, venezolano. Estamos tan apaciguados que no abrimos los ojos para
discernir que en realidad ni siquiera podemos votar, porque estamos en una dictadura
que nos ha demacrado, en conjunción a una inteligente manipulación mediática
(los felicito, bastardos, por lo menos son lo suficientemente inteligentes como
para aún poder jugar con las mentes de la ciudadanía adormilada) durante aproximadamente
unos 18 años, y quién sabe cuántos más si es que no despertamos…
Nuestra
ética, (esa maraña de supersticiones que se transforman con el tiempo) se ha
visto mermada. La ética personal de cada individuo es una amalgama de
propaganda, creencias populares, y la imposibilidad –o la no querencia– de
profundizar en el conocimiento y en temas políticos, sociales, económicos, y
por supuesto democráticos que en realidad sí tienen importancia, porque nos
intentan dar a la idea de “tú sólo pon el voto, y nosotros hacemos el resto”.
¡No es así! Los ciudadanos deben culturizarse y saber qué es lo que están
haciendo y cómo lo están haciendo, y los jóvenes –los estudiantes– son los que
debemos tomar el estandarte hacia esa meta libertaria que representa nuestra
bandera, el tricolor nacional: ¡nuestra libertad!
Como
lo he dicho, no hay decisiones inteligentes, y por ello no sabemos si realmente
concordamos con los llamados “representantes” actuales, no sabemos leer entre
líneas, y cuando todo va mal, nos apaciguamos pensando que “el tiempo de Dios
es perfecto”, y a pesar de que pudiese llegar a serlo (palabra de un vago
creyente), Él nos da el tiempo para actuar, porque Él nos dio el libre
albedrío, lo tenemos todos, se llama inteligencia, desconfianza. Y a pesar de
todo, nos quedamos esperando, como borregos…
No
existe una representación acorde a nuestras necesidades, y no hay una
ciudadanía pensante –que somos los verdaderos gobernantes– que “nos saque las
patas del barro” como dice el dicho popular.
La
tecnología, manipulada por estos dominadores, apaciguó nuestro pensamiento
humano, es decir, nuestra ética personal (por la cual decidimos a quién seguir
y con base a qué ideales) se ha transformado en una ambigüedad surreal de la
que difícilmente podemos escapar, ello afecta a nuestra democracia (ya no nos
gobernamos, abre los ojos, estamos en dictadura), y por ende ahora somos lo que
construimos: borregos consumidores, apaciguados por un Régimen con una
ideología arcaica y una dizque Oposición que comparte los mismos ideales rojos
y que, como dije anteriormente, negocia sobre algo que es inherente a nosotros:
el ser libre.
Ya
basta de las cadenas, es hora de que abramos nuestras mentes, con armonía, y
con el verdadero poder que tenemos los jóvenes: Nuestras voces y nuestra mente.
Demostremos que no estamos solos, y que podemos cultivar nuestro país, juntos,
luchando de la mano para hacer surgir el país que todos queremos: Nuestra
Venezuela futura.
¡Libertad
o nada!
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